La guerra en muchos países es considerada como la insignia que identifica a su pueblo, otros el símbolo de su perdición y otros como oportunidades de negocios. Al parecer el ser humano es un animal bélico por naturaleza, le gusta combatir y defenderse, crear conflictos y también resolverlos. Dominar y ser dominado… cuando algo conviene que así sea.
Para quienes fueron adiestrados en el arte de la guerra deben conocer tácticas y estrategias y dentro de ellas las armas que les servirán para acabar con el enemigo o para cumplir sus objetivos. Todo ello es evidente. El problema surge cuando un conflicto lacera la integridad de una nación, de un pueblo, de una persona. Sin embargo muchos no somos espartanos o militares adiestrados para este arte, pero podemos contar con muchas armas que nos podrían ayudar a combatir hasta el más fiero ejército. Hablo de la razón y el pensamiento, los valores y lo que es justicia por derecho.
Ante cualquier reto muchas veces estaremos solos, y nos tocará luchar ante cientos de enemigos, nadaremos contra la corriente y probablemente muchos de nuestros aliados nos abandonaran en medio de la batalla, pero aun así, aunque la situación este así de oscura y difícil jamás claudicar, debemos creer y ser leales a nuestros ideales, debemos erigirnos como un roble usando nuestros valores, nuestra educación y nuestra voluntad de conciencia para seguir avanzando en nuestro camino.
Un hombre poderoso no es aquel que sabe usar el cuchillo sino aquel que sabe y tiene conciencia de sus actos.
Prepara tus armas cuando las necesites, y no dejes que el velo del miedo y la ignorancia te detenga.
D.B.R.R.