CAMBIAR A LAS PERSONAS.



Querer cambiar a las personas es como pretender que Dios cambie a nuestro beneficio y gusto personal. Mejor ocupémonos de nosotros mismos pues hay tanto por hacer y por aprender.

Querer cambiar a las personas es como forzar una pieza del rompecabezas que no encaja en forma ni en figura. Mejor volvamos la mirada a nuestro interior y encendamos una linterna.

Querer cambiar a las personas es como obligar que un saxofón suene igual que un piano. Entender eso nos hace pensar que todos tocamos en esta gigantesca orquesta humana, con sonidos, tesituras y a ritmos diferentes.

Si buscas un cambio, proyéctalo, cambia tu propia sintonía, tu propia energía, transfórmate como la oruga y tu propia experiencia cambiará. Y por cierto, hablando de orugas, pienso que este animalito se dio cuenta de que para transformar su mundo, primero debe transformarse a si mismo.

Tiempo para despertar.

D.B.R.R