Conozco un Río cuya agua surge desde oscuros y desconocidos abismos llenos de corales. Aquel Torrente se abrió paso entre peñascos, árboles y hierba para evitar convertirse en un estanque de agua fétida.
Es un Río de agua salada y dulce, de agua amarga y también insípida, de agua fresca y calida, de color e incolora, agitada y tranquila. Y en sus aguas profundas se han ahogado la gente malvada e ignorante, y en sus aguas poco profundas la gente a veces se regocija chapoteando desnuda y preguntándose: ¿Porque somos tan felices?
Otra gente que ha bebido de esa agua se pregunta: ¿Qué es lo que tiene esta agua? ¿Por qué siento que cura todas mis enfermedades? Pero esa misma gente se pondrá peor de enferma cuando el Río se seque y ya no pueda curar más su sufrimiento.
Otros dicen: Ese Río es hermoso, pero tengo miedo de ahogarme si intento rebosarme en él.
Pero otros le han dado la espalda para buscar otras aguas mejores, y al no encontrar más que desierto, regresan, pero esas gentes se quedaran sedientas porque el Río también ya se ha secado.
Otras gentes se indignan porque cuando el Río viene arrastrando cadáveres de animales y basura que ellos mismo han tirado deliberadamente, le reprochan, y le exigen que regrese a ser el manantial de agua transparente y sana para que así puedan lavarse y quitarse la pestilente mugre impregnada en sus cuerpos y en su alma. ¿Por qué la gente sucia y maloliente que quiere bañarse en él, le exige al Río ser puro y cristalino cuando ellos no lo son? Cuando el Río se encuentra con estos hipócritas se seca.
Solo aquellos que no sean hipócritas verán de nuevo el agua a las orillas de su huerto, sin necesidad de buscarla y de acarrearla por kilómetros.
Pero el Río no solo vive de la gente, sin embargo la gente quiere para si mismos el agua de ese Río. Cuando el Río se encuentra con estos hipócritas se seca.
Es por eso que el agua de ese Río, los hipócritas no pueden beberla, será mejor que beban de otro caudal, pues demasiada agua podría reventarles sus frágiles estómagos.
Fin.
D.B.R.R
