En un extremo rumbo al este de la
costa, se encontraba un antiguo colegio exclusivo para mujeres de clase media-alta,
dedicado completamente al intercambio y a la enseñanza de oficios y lenguas
extranjeras. El colegio se encontraba en un risco no muy alto sobre el nivel
del mar, pero lo bastante alejado de las principales zonas turísticas. Allí,
las mujeres pasaban casi todo el verano enclaustradas estudiando y aprendiendo
idiomas para posteriormente regresar a sus países de origen. Sin embargo la
pesadez del encierro y la monotonía de ese lugar, a muchas les parecía mas como
una cárcel que un colegio. Debido a las diferentes culturas y nacionalidades que
se congregaban en ese lugar, muchas mujeres no estaban de acuerdo en permanecer
tantos días sin poder salir ni siquiera a pasearse por las costas de la Isla. Fue hasta que una de
ellas encontró la forma de poder escaparse sin que nadie notase su ausencia.
Posteriormente no fue solo una sino varias las que se alternaban para fugarse
tomando una ruta secreta que las llevaba exactamente a una pequeña boca del
mar, donde tenían que nadar unos cuantos metros para llegar a la playa o a la
zona boscosa colindante, sin que nadie del colegio pudiera verlas. En una de
esas aventuras al mundo exterior, una de ellas conoció a un joven guardacostas
de diecisiete años patrullando la zona cercana al colegio. Al guardacostas se
le hizo un poco extraño encontrar a una joven solitaria usando solo ropa
interior y sentada sobre la arena. El guardacostas se acerco un poco intrigado
y le pregunto si necesitaba ayuda. La mujer con lo poco que sabía del idioma
Polaco, le dijo que solo estaba disfrutando de la playa. El guardacostas que era
un joven muy apuesto y simpático, pudo ganarse rápidamente la confianza de la
extranjera. De esa forma comenzó un romance entre ellos. La mujer le contó de
su aburrida vida como estudiante en el colegio de idiomas que se ubicaba cerca
de ese lugar, también le contó que muchas de sus compañeras les encantaría
escaparse y salir a divertirse. Fue entonces que el guardacostas acordó con
ella de que él no revelaría su secreto a nadie. La mujer regresó al colegio y
les contó a las demás lo de su romance con el guardacostas y también de su
complicidad y lealtad por parte de él en no revelar su secreto a las
autoridades correspondientes. También les dijo que a partir de entonces ellas
tendrían la salvaguarda de un oficial, cuidándolas de cualquier peligro o
amenaza mientras ellas se divertían afuera, además también les concedió a sus compañeras
la libertad de mantener un romance con el guardacostas. Así el apuesto guardacostas acudía
puntualmente a encontrase con cualquiera
de las mujeres que se escapaban para divertirse
y sostener encuentros con ellas cada vez mas íntimos.
Hasta ese momento nadie del colegio
sospechaba absolutamente nada, ni de lo que hacia el guardacostas ni de las mujeres
que se escapaban con él, salvo tres niños de entre diez y doce años que permanecían
ocultos en un risco observándolos a distancia. Al parecer aquellos niños vivían
en alguna de las aldeas de la isla cerca de la costa, y quizás por mera
casualidad al pasar por allí, se dieron cuenta de lo que sucedía. Fue así que fortuitamente
día tras día los niños espiaban al guardacostas y sus aventuras veraniegas. Pero
la suerte de estos tres niños trágicamente cambió cuando fueron descubiertos
por el guardacostas mientras él mantenía relaciones con una de las mujeres. Al
momento de verse sorprendido y siendo observado, el guardacostas corrió hacia
los tres pequeños acorralándolos en uno de los riscos con caída al mar. El
guardacostas siendo presa del pánico y la vergüenza de que su íntimo secreto
haya sido descubierto, con sangre fría sujetó a los tres niños y los arrojó al
mar para que se ahogasen con el fin de poder deshacerse de cualquier testigo de
sus actos.
Muy poco tiempo después, el guardacostas
renuncio a su empleo y huyó de la isla alegando que quería comenzar a estudiar una
carrera en alguna Universidad del extranjero. Y entonces así fue.
Treinta años después aquel
guardacostas obtuvo un trabajo como profesor en una prestigiosa escuela
monástica en Inglaterra. Allí fue donde conoció y se enamoró perdidamente de una
joven profesora que trabajaba en ese mismo lugar. Él la amaba como a nadie más
en su vida. Con el tiempo ella también se fijó en él y juntos comenzaron una
relación sentimental en secreto. Ya tenían planes para casarse y vivir juntos en
una ciudad moderna. El tiempo era bello
y todo pintaba a ser maravilloso para los dos. Y así fue, hasta que por la
tarde después de que el profesor terminara de impartir su clase, alguien fue a
darle un recado de forma muy discreta. Se le dio la noticia en voz baja y sin
que nadie escuchase, de que una de las profesoras que trabajaban allí fue
encontrada muerta en su oficina hacia apenas unas horas antes. Al escuchar
aquella nefasta noticia, el profesor tragó saliva y sintió un raro escalofrío
por todo su cuerpo; el mismo escalofrío que se sintió hace mas de treinta años
poco antes de abandonar la isla en donde vivió su adolescencia. Enseguida le preguntó
el nombre de la victima. El mensajero le confirmo el nombre de su amada. Fue
como si el tiempo se hubiese detenido y solo el rápido y fuerte latido de su
corazón retumbara por todo el lugar haciendo un estruendoso eco en su alma. El
profesor quedó por un momento paralizado, absorto en sus propios pensamientos y
en sus recuerdos. El mensajero continuó explicándole que hasta ese momento nadie
sabe mucho de cómo ni de qué fue exactamente lo que sucedió al respecto, pues
solamente la encontraron desvanecida sin vida sobre su escritorio, además-
continuó el mensajero- hay algo inusual en todo esto, el conserje me dijo
que unas horas antes, tres niños vestidos de forma extraña tocaron la puerta
del colegio y con un acento extranjero le pidieron permiso para entrar a ver a
la profesora, los niños le dijeron al conserje de que venían a entrevistarse
con ella acerca de un asunto importante y que ella ya los estaba esperando en
su oficina. El conserje los dejo pasar pero ya no los vio salir. Al escuchar
aquello, el profesor sintió por un instante desvanecerse, pero mantuvo la
fortaleza suficiente como para darse lentamente la media vuelta y caminar solo sobre
un largo pasillo y oscuro donde este se perdió de la vista de todo mundo. Su
dolor quizás podrá ocultarlo a los demás, pero no de si mismo, ni de su
propio pasado.
D.B.R.R