Una carta recientemente escrita yace sobre mis manos. Mis manos y mi cuerpo entero han dejado de moverse, ya no responden. Ahora me ahogo yo solo en mis pensamientos por las últimas palabras leídas en aquella carta a lo que mis recuerdos repiten una y otra vez.
En aquella hoja está plasmada una tristeza que pude descifrar, al menos para no morir lentamente como aquellas flores que se les ha negado el beber.
Todo comenzó meses antes.
Yo me deleitaba con el fino aroma de sus labios. Acariciando suavemente sus rizos como las cuerdas de mi guitarra, yo entonaba una melodía que hacia danzar mi corazón de alegría.
Recuerdo el primer día que la vi. Araxiel se encontraba sola y herida en aquel río. Me acerque para ayudarla, ella acepto tomando mi mano, pronto la lleve a mi cabaña para curarla y darle de comer. Así pasaron algunos meses y debido a mi soledad y a su dulce belleza me enamore de ella. Todos los días cuando la recordaba verla desamparada a la orilla de aquel río, mis fuerzas crecian para aferrarme a ella, a su felicidad y a su amor por el que luchaba día con día. Aun así los ojos de mi amada Araxiel seguían borrosos, perdidos y opacos…
Yo le hablaba al oído todas las mañanas que despertaba a su lado; le decía que el sol brillaba tanto como su hermosa piel y que las primeras luces de la mañana me recordaban lo afortunado que era al haberla encontrado, que desde ahora ya no estábamos solos, pero sus ojos aun se mantenían perdidos y opacos. En ese momento al ver sus ojos de esa manera actué como desesperado poniendo sus manos en mi pecho y le pedí que sintiera el latir de mi corazón ya que mi pasión por ella lo hacían estremecer cada vez que estábamos juntos. Quería que se diera cuenta que estaba viva y que yo también solo por ella. Aun así, sus ojos se mantenían perdidos y opacos.
Un día encontré a Araxiel sentada en la recamara con las cortinas corridas sin dejar entrar luz siquiera. Ante semejante imagen corrí ante ella para averiguar si estaba enferma. De repente su semblante fue diferente como el que habitualmente estaba acostumbrado verla, era como si ella se sintiera mas tranquila, menos triste. Ella descansaba en un ligero sueño el cual me hacia recordar a los niños que abrazan a su madre ante el amor y el cariño que sienten al dormir. Por fin se encontraba por un momento en paz. No tengo idea de lo que pudiera estar soñando, pero de lo único que estoy seguro es que con aquella oscuridad pareciera que la hacia sentir mas tranquila. Sorprendido lentamente me acerque y la acomode despacio entre los cojines, le puse unas frazadas por si tenia frío y me senté a su lado.
Al día siguiente salí a recoger algunos frutos y hortalizas para preparar la cena. Al llegar a casa sentí un silencio y un frío extraño, la puerta estaba abierta y presentí que algo estaba por suceder.
Así que corrí al interior de la cabaña para buscar a mi amada Araxiel, al entrar pude ver una carta sobre la mesa explicándolo todo:
Querido Mio:
He tenido que marcharme debido a que pertenezco a otra parte. Mi lugar esta en el cielo, en la noche y en la oscuridad. Soy una de las hijas de la noche y he bajado como mortal para tratar de descubrir que el amor entre seres humanos existe, ya que desde allá arriba los observaba y sentía envidia por ser como uno ustedes, de poder sentir y de amar y ser amada por alguien más.
Ahora debo confesarte que mis ojos se mantenían tristes y opacos porque llegué a amarte como tú a mí, pero mi tiempo se terminaba y debía volver a mi lugar y a mi destino como hija de la noche. Quizá mi egoísmo llegue a destruir tu corazón como ahora se encuentra el mío por dejarte, pero ya no hay marcha atrás, ya que si permanecía contigo de todas maneras mi cuerpo se disolvería como el polen que se desprende de las flores. Espero que puedas perdonarme algún día pero recuerda que mi amor por ti lo llevare por siempre mientras exista la oscuridad porque ahora me toca cuidarte velando tu descanso como hija de la noche.
Araxiel.
Después de leer aquella carta llore como si mi cuerpo quisiera secarse así mismo por dentro.
El atardecer anunciaba pronto el anochecer. Entonces a toda prisa salí de mi cabaña hasta llegar a aquel río en donde encontré por primera vez a mi hermosa Araxiel. Puse la carta sobre el agua y deje que se fuera con la corriente fluvial, después busque un lugar en donde sentarme y esperar a que llegara la noche para estar junto a mi amada y dedicarle mis mas bellas inspiraciones y poemas.
Ahora todas las noches me dejo abrazar por mi hermosa y amada noche Araxiel. Su frescura, su belleza, su oscuridad y tranquilidad llenan mi corazón…
Finalmente todas las mañanas regreso de nuevo al río con la esperanza de que algún día vuelva a verla allí de nuevo…
FIN
D.B.R.R