Trabajaba como asistente administrativo en un hospital de psiquiatría cuando presencie un caso un tanto diferente a los que ya estaba acostumbrado observar. Fue en aquella mañana cuando ingreso al hospital un hombre padeciendo una grave crisis nerviosa. De mirada ausente y llantos frecuentes, el paciente anunciaba claramente una fuerte depresión que no podía contener. Sus familiares reportaban que estos síntomas surgieron de pronto, de la noche ala mañana lo cual muy asustados lo llevaron urgentemente al hospital pues nunca habían visto algo así en la vida de este pacifico y religioso hombre de 53 años. Su rostro de aquel hombre me parecía un tanto familiar sin embargo no podía recordar en que lugar lo había visto antes, y fue cuando estuve ordenando su expediente cuando me di cuenta que se trataba de el sacerdote Miguel, aquel que hace muchos años daba su misa en la iglesia del barrio en donde viví cuando era niño.
Era lamentable para mí ver aquel hombre de fe, desarmado, deprimido y sumergido a una profunda oscuridad cuya mirada estaba llena de miedo y desamparo.
Así pasaron tres días en el hospital y los médicos lograron estabilizarlo. Sin poder contener mi curiosidad y usando mis buenas relaciones que tenia con la mayor parte del personal que trabajaba en el hospital, pude acceder a la zona de visitantes para así tener una entrevista con aquel ilustre personaje.
Yo: ¿Señor Miguel, como se siente?
Miguel: …
Yo: Quizá no me recuerde, pero yo asistía a escuchar su sermón hace muchos años.
Miguel:…
Yo: ¿Dígame que fue lo que paso antes de entrar a este hospital?
Migue: Una visión.
Yo: ¿Qué clase de visión?
Miguel: Una mancha gris en el cielo… no, varias manchas…
Miguel: Es inútil…Te pido de favor que te marches.
Yo: En verdad insisto, yo le creo porque le he admirado desde siempre y se que es un hombre honesto y justo que vive predicando la bondad y el amor hacia nuestros semejantes… por favor dígame que sucedió.
Miguel: Fue hace cuatro días que me encontraba en casa descansando en mi recamara, cuando de pronto una sacudida me despertó. Enseguida me levante y observe como las cosas comenzaban a moverse de su lugar para ser atraídas al techo. Salí de mi recamara y vi como también las demás cosas hacían lo mismo; vasos, platos, cojines, muebles todos los objetos están elevándose al techo como atraídos por un campo magnético. Comencé a orar pero el ruido y la vibración no cesaban, para esto ya habían pasado apenas tres minutos. En eso pude observar diferentes grupos de esferas similares a pequeñas pelotillas de plomo de dos centímetros que recorrían toda la casa y que al parecer no se alteraban con aquel campo magnético. Su movimiento era oscilante y daban la impresión de que estaban buscando algo en cualquier rincón de la casa, esas pelotillas iban de aquí para allá. Al parecer mi presencia no les importaba ya que pude agarrar algunas y en cuanto las solté estas de nueva cuenta se reunieron con su grupo.
La tierra seguía moviéndose y aquel ruido que emitían todas las cosas al chocar era insoportable así que busqué refugio fuera de la casa. Al salir me encontré a todos mis vecinos asustados y llorando, eran las seis treinta y cinco de la mañana y comenzaba a salir los primeros rayos del sol, entonces mire el cielo para implorarle que terminara aquel infierno y fue cuando me di cuenta que allí estaba esa cosa suspendida en el cielo… Era una especia de mancha oscura en forma de ovoide de aproximadamente cinco metros de diámetro que emitía gases en sus costados de color gris y con varios tentáculos en la parte inferior flotando por encima de mi casa. Me quede pasmado viendo aquel monstruoso objeto volador pero no era solo uno sino que eran varios paseándose por encima de todo el barrio. En ese momento escuche una voz en mi interior la cual decía que los días del ser humano estaban contados y que aquello que veía solo evaluadores para autorizar lo que seria una invasión encargada de exterminio.
Después comencé a sentirme muy mareado hasta que perdí el conocimiento.
Desperté mas tarde en casa de un querido amigo que vivía muy cerca de mí. El televisor estaba prendido y alcance a escuchar en el noticiero que aquella mañana se había registrado un sismo de 5.6 grados Richter sin aparentes daños materiales. A partir de ese momento deje de ser el mismo de siempre…
Miguel: cuando me recuperé tuve una lucha interna sobre aquella visión y mis creencias, sobre la realidad y la ficción, sobre lo científico y lo imaginario y fue por ello que mi salud mental se alteró demasiado hasta que no hubo remedio mas que internarme en este lugar.
Yo: ¿y le ha contado a alguien más sobre esto?
Miguel: quiero tener fe que nada de eso paso, pero me cuesta mucho trabajo aceptarlo…
Yo: ¿porque?
Miguel; …ten, guárdala.
Y entonces el sacerdote hurgó dentro de su bolsillo para darme una pelotilla de color gris plomo que se movía discretamente como si tuviera vida propia…
Fin.
D.B.R.R