NARRACIONES DE UN SUICIDIO. ( CUENTO)

En una extraña noche fría y lluviosa me encontraba dentro de la estación Chabacano en el metro de la ciudad de México. Son casi las 9:15 pm y me dirijo a casa después de haber visto algunas películas de acción por la tarde. Como es de esperarse no soy el único que necesita aquel transporte por ser económico y muy practico.

Aun no se desde cuando me convertí en un obsesionado observador por quienes caminan delante de mí, sus maneras de vestir, ropa vieja y sucia, sus maneras de andar, no se porque siempre me hacen creer que muchos de ellos escapan o se reintegran a su esclavizada rutina diaria. ¿Cuál será su profesión? ¿Les gusta lo que hacen? ¿Serán felices en sus trabajos o en sus hogares?

Tomo un largo corredor y doy vuelta a la izquierda bajando unas escaleras. A mi lado derecho se encuentra la avenida Tlalpan la cual puedo observar a través de una reja. Al ver a un hombre cualquiera me pregunto; ¿cual es la misión de ese hombre en esta época y en este tiempo? Sin encontrar respuesta a lo anterior terminé por escuchar el sonido que emiten las llantas de lo coches que transitan sobre el pavimento mojado.

El tren por fin llegaba y todos nos acercamos a el para abordarlo. Contagiado con todos los anteriores pensamientos busqué rápidamente entre los pasajeros alguna persona que pudiera llamar mi atención como un prospecto a líder, un Mesías o quizá alguien que pudiera cambiar drásticamente mi humor en ese momento como la sonrisa de una bella mujer… no encontré nada interesante, solo miradas de gente cansada.

Así que no le tome importancia y me di la vuelta para observar a través de una ventana los coches, los edificios, las luces, las prostitutas… y mas prostitutas otra vez. Abstraído ante semejantes imágenes pensé en que todas las personas necesitan pertenecer a un lugar el cual las hagan sentirse felices y respetadas en sociedad, eso debe ser uno de nuestros derechos en vida. Cuando las personas no encuentran a donde ir, entonces deben buscar el camino que les permitan evolucionar sus facultades como individuos. ¿Sin embargo hasta que punto las actividades que desarrollan las personas solo sean estrategias para sobrevivir en esta época?

Alguna vez leí que en la edad media muchos guerreros inspiraban a muchos pueblos a entrenar duro y ser valientes; ellos sacrificaban sus vidas por honor, orgullo o por proteger sus ideales y muchas veces llegaban a morir a temprana edad o al menos morían convencidos de que valió la pena defender su causa por así ver cumplidos sus deseos. En cambio en mi época actual aun no logro encontrar mi lugar en la sociedad y es así cuando comienzo a dudar una vez mas: ¿alguien como yo para que sirve? ¿Acaso existe un lugar en la sociedad para alguien como yo?

Nadie me creería que al parecer tengo todos los atributos de una persona ejemplar o “decente” como les gusta decir así a quienes hacen, piensan y actúan como las normas morales dictan que es lo correcto. No fumo, no tomo, no me drogo y no estoy en pandillas delictivas, por el contrario considero que soy activo, perseverante, entusiasta y emprendedor, sin embargo hay un problema, aun no logro como adaptarme en sociedad y lo peor de todo es no poder encontrar un trabajo que me guste o al menos que pueda ejecutarlo correctamente y poder vivir tranquilamente de el… ¿entonces que hago aquí? ¿Cuál es mi misión si nadie me necesita? ¿Para qué entones sigo vivo?

Día tras día me sigo preguntando ¿existe un lugar para alguien como yo?

Si tan solo pudiera terminar todo esto con mi muerte y una vez finado seguir como una sombra, después de todo siempre lo he sido toda mi vida.

Ahora comprendo el suicidio y también a quienes lo buscan como respuesta a su fallida existencia. De que sirve estar aquí de pie si no hay un lugar para alguien como yo. Entonces ahora comprendo el suicidio.

Por fin he llegado a la estación Tasqueña. La lluvia es mas intensa que antes.

Las puertas del vagón se abren y desciendo de el lentamente. Al dar algunos pasos me detengo sumergido de nuevo en mis pensamientos; ¿que pasaría si llego o no a casa?

Recuerdo que en ese momento ni siquiera pude sentir las lagrimas que caían de mis ojos, ni tampoco cuanto tiempo estuve allí parado en ese lugar cuando de repente escuche un tremendo ruido y un repentino dolor intenso que recorría todo mi cuerpo, escuché los espantosos gritos de personas a mi alrededor y también aun recuerdo el olor a aceite quemado, todo esto antes de poder desmayarme al estar debajo del tren que pasó por encima de mi al caerme accidentalmente en las vías.

Milagrosamente o quizá para mi desgracia no morí, ni siquiera porque fui atropellado brutalmente por aquella maquina inmunda. Me salve solo por pura casualidad o por maldad de mi cruel destino.

Ahora con tan solo un brazo maltrecho y el triste recuerdo de lo que fueron mis dos piernas al andar, vivo gracias a la caridad y misericordia de mi querida hermana la cual regularmente me cambia mis vendajes que cubren las cirugías en mi estomago, torso y parte de mi rostro.

Destinado de por vida como invalido a una silla de ruedas, a veces la gente me da una pequeña limosna por compasión de ver a alguien inferior a ellos en desdicha. Quizá ahora si por fin pueda encontrar mi lugar en esta vida.

FIN

D.B.R.R