Mi nombre es Soem y desde ahora todas las legiones de Ángeles saben de mi existencia…
Después de aquella experiencia en donde perdieron la vida 113 Ángeles en combate, comencé a desconfiar más de ellos. Los Ángeles pueden llegar hasta las últimas consecuencias con tal de lograr sus propósitos personales. Por lo tanto comencé una nueva cacería mas intensa, escrupulosa y sin tregua alguna hacia ellos.
La coacción e influencia de mis actividades dio como consecuencia que la tierra y su medio ambiente cambiaran, así como los mares de tu mundo se agitaran y que el viento soplara furiosamente hasta llegar oscurecer el cielo con arena, se crearon tempestuosas tormentas eléctricas acompañadas de intensas lluvias como si fueran parte de su llanto.
Por supuesto que esto también provoco cambios y efectos diferentes en la naturaleza del ser humano, ya que aquel ser que cooperaba, se comunicaba y procuraba el bienestar de su grupo ahora por primera vez experimentaban sentimientos de hostilidad hacia otros de su misma especie. Entonces surgió en la historia de la humanidad un inusual acontecimiento; el primer asesinato de un ser humano hacia otro de su misma especie.
“El suelo de tu mundo bebió de la sangre y dolor que los mismos humanos comenzaban a provocarse entre ellos”
Los Ángeles, muy consternados al enterarse de los últimos acontecimientos enviaron un grupo de seis para investigar lo que estaba pasando. Yo también tuve curiosidad por saberlo todo, así que seguí muy de cerca a esos Ángeles.
Al recibir la alerta sobre un nuevo asesinato fueron inmediatamente al lugar de los hechos. Al llegar encontraron dos cadáveres, uno era de un hombre y otro de un Ángel. Fue una muerte extraña y brutal ya que ambos murieron al mismo tiempo y de la misma forma. Sorprendidos por el hallazgo, el grupo de investigación se preguntaban como pudo tocarles la misma suerte a ambos. De inmediato uno de ellos menciono mi nombre adjudicándome toda responsabilidad por la muerte de aquellos dos desafortunados como parte de una nueva y oscura estrategia de cacería. Sin tomarle importancia por aquellos últimos juicios emitidos hacia mi reputación, un pensamiento surgía dentro de mí: Si los humanos están comenzando a matarse entre ellos, entonces: ¿Quien pudo haber matado de la misma forma a un ángel?
Los investigadores anotaron en su bitácora “muerte correspondida”. Posible causa: El hombre murió victima de los daños colaterales en el instante en que el Ángel fue abatido por su cazador.
Sin darle más rodeos, tomaron los restos del cuerpo de su compañero y se alejaron, no sin antes tomar guardia y precauciones por mi posible aparición ante ellos. Sin embargo para su fortuna nunca se dieron cuenta que yo los observaba desde un peñasco todo el tiempo. No me hubiera costado trabajo bajar y aniquilarlos a todos juntos pero permití que se marcharan para seguir averiguando mas pistas sobre aquel caso que también era algo muy extraño para mi.
Mientras tanto yo seguía absorto. Aquel ángel muerto junto al hombre que estaba a su cuidado no fui yo quien lo asesino. ¿Acaso habrá otro cazador de Ángeles? ¿Y de ser así, en donde estará? ¿Quién será? ¿Por qué no pude sentir su presencia? – estas preguntas me las planteaba una y otra vez.
Desde entonces hubo más muertes por distintos rumbos, una y otra vez todos asesinados con la misma característica peculiar de este nuevo cazador de Ángeles; una violencia extrema con la que atacaba y cercenaba a sus victimas. Esta era su firma, este era su estilo. Una forma demasiada abrupta y excesiva de parte del verdugo.
Un cazador no trabaja de esa manera tan escandalosa. Su estilo no es el de un cazador sino más bien de un psicópata asesino serial.
Mientras tanto los Ángeles seguían dando fe de que yo era el autor de aquellas ominosas ejecuciones; esta fue información que obtuve de viva voz del último Ángel que envié como prisionero a mis ergástulas.
Finalmente me di cuenta de que era inútil seguir con el método del interrogatorio y que la única forma de averiguar este enigma era que yo mismo emprendiera una nueva cacería, pero esta vez no de Ángeles sino de otro cazador de Ángeles.
Continuara….
D.B.R.R