Llegué a pensar que solo los niños le tienen miedo a la
oscuridad gracias a las fantásticas y creativas mentiras de los padres con el fin de controlarlos o manipularlos para que los obedezcan, pero es curioso que muchos
adultos aun no lleguen a superar estas fantasías acerca de los lugares con poca
luz. Es que cuando estamos en un lugar solos y en silencio es cuando tenemos
una extraordinaria oportunidad de reflexión, de pensar, de estar con nosotros
mismos, de aprender, de mirar hacia uestro interior. Sin embargo las "buenas costumbres sociales" dictan que esto
debe evitarse pues de lo contrario podría alguien convertirse en un “raro” para ellos y por lo tanto encendemos la TV,
ponemos música a alto volumen, buscamos desesperados una película, le marcamos
por teléfono a alguien o invitamos a gente a la casa solo por el hecho de evitar
estar solos. Pero no escapemos de
nosotros mismos. Tampoco no estoy abogando por la eterna soledad y convertirse
en un ermitaño, no, solo que si por diversas circunstancias de la vida nos toca
estar solos ya sea por decisión propia o eventual, entonces no tengamos miedo,
sino al contrario, regocijémonos con ese
valioso tiempo estando a solas y descubramos los secretos que hay en nuestra
conciencia.
Mucha gente padece de insomnios por no dejar que la voz de
su conciencia hable y no diga sus dolencias, sus alegrías o sus dudas, y como mucha gente le tiene miedo a ello por creer que no saben que
hacer (cuando si lo saben, pero lo evitan por conveniencia) recurren a tomarse
una pastilla y resolver su problema, y los únicos que se benefician de esto son
la industria farmacéutica en vendernos sus drogas para seguir manteniéndonos
felices, dormidos, distraídos y atontados.
D.B.R.R